Los sistemas que utilizan la tecnología RF de banda estrecha siguen siendo actuales: les contamos todo lo que han de saber al respecto (o casi)
A los que implementaban Narrow Band, los miraban como si fueran marcianos, a finales de los ochenta: eran los fabricantes de los primeros terminales para la captura de datos y su transmisión, en tiempo real, al sistema central de procesamiento, a través de una radio UHF. Más que desconfianza era escepticismo lo que acompañaba las humoradas sobre el tema, y cabe destacar que no estaban del todo infundadas. Los equipos se componían casi siempre de más elementos conectados entre sí: el terminal, el módulo transceptor con su batería, la interfaz entre el puerto serie del terminal y la radio. Viéndolo, se podía pensar en un equipo realizado de cualquier manera en un sótano, y no tanto en un sistema fabricado por una empresa seria. La sola idea de instalarlo en una carretilla de almacén producía una gran perplejidad o – en el mejor de los casos – originaba el siguiente comentario jocoso: “…y con eso, ¿también se pueden escuchar los partidos?”. Aunque el aspecto hardware – si bien muy lejano de una ergonomía racional general debido a los cables y conectores indispensables para la conexión de los diferentes componentes – podía “digerirse”, el tema esencial por abordar era el software. Y al respecto los escollos a salvar se multiplicaban y agrandaban. Los responsables del sistema de información no veían con buenos ojos que un usuario no informatizado – el operario de almacén – tuviera a disposición un instrumento conectado on line con el propio sistema. En segundo lugar, la idea de diseñar procesos ad hoc para este tipo de usuarios no formaba absolutamente parte de los hábitos consolidados de un encargado del desarrollo informático.
Y por último, pero no menos importante, la conexión física y lógica del sistema RF con el sistema de procesamiento. Éste disponía, por lo general, de una arquitectura propietaria, poco propensa a confiar en un dispositivo que no formara parte de la misma. Por lo general, el cable de conexión se fabricaba con la aportación de conocimientos que no siempre resultaban fáciles de encontrar. Finalmente, y casi siempre, el protocolo de conexión era el fruto de acuerdos trabajosos y extenuantes. Semejantes dificultades literalmente palidecían cuando había que plantearse el aspecto burocrático: el sistema tenía que funcionar necesariamente en una frecuencia asignada por la autoridad para las comunicaciones. A pesar de ello…
Las primeras realizaciones
Es la gran distribución la primera en intuir la validez del planteamiento on-line en tema de movimientos de almacén: la evolución del depósito tradicional al “almacén sin papeles” se produce por grados y cada etapa se convierte en un éxito. Ante todo se plantea la gestión de los establecimientos, percibiendo que, con una inversión muy modesta en hardware, una tarea crítica como la de bajar las posiciones de reserva a las de toma logra una eficiencia impensable; además, los beneficios que se consiguen impulsan de manera importante también otras tareas de almacén, mejorándolas. En tema de recepción de mercancías, el compromiso es aún más modesto, los resultados no son inmediatamente tangibles, al producirse sobre todo en los puntos de venta controlando el código de barras de los productos. Sin embargo, cargar las mercancías on line permite disponer de las mismas inmediatamente y “bautizar” los pallets recibidos con un código de barras unívoco, para poder alimentar con facilidad el proceso de almacenaje on line, siempre por radiofrecuencia.
La extensión de la radiofrecuencia a la toma se produce tras una larga reflexión: son muchas las dudas y las perplejidades acerca de la posible reducción de productividad, el tamaño de la inversión (los encargados de la toma representan la mayoría del personal de almacén), la identificación de la mejor solución desde el punto de vista ergonómico y el tiempo de respuesta del sistema en su conjunto. Y, una vez superado el momento de la decisión y tras implementar esta última funcionalidad, resulta que se ha creado un instrumento de gestión y control increíble con una rentabilidad que se produce en muy poco tiempo.
La evolución
Gradualmente, los sistemas RF van consolidándose; sin embargo, es la llegada de la tecnología spread spectrum la que acelera su difusión. Tras la consolidación y la estabilidad de los productos Wi-Fi, dotados de una suite de emulaciones software válida, la implementación de los sistemas inalámbricos se simplifica y se realiza con serenidad. La antigua tecnología de banda estrecha es abandonada por la mayoría de fabricantes de soluciones inalámbricas, concretamente los que pagan su dependencia de compañías terceras para el suministro de los módulos radio fabricados ad-hoc para los terminales móviles. La situación resulta posteriormente más dificultosa debido a nuevas reglas que imponen normas unificadas y reducen a la mitad el ancho del canal de transmisión. Sin embargo, algunos fabricantes (muy pocos, por cierto), sobre todo gracias al hecho de que desarrollan y fabrican ellos mismos también los módulos radio, siguen realizando equipos que utilizan la tecnología de banda estrecha. Lo cual parece justificarse por el intento de alargar el tiempo de migración, que resulta prácticamente segura, hacia la nueva tecnología, muy onerosa sobre todo para los clientes dotados de una cantidad de equipos importante. Sin embargo, la banda estrecha, a pesar de las nuevas tecnologías, sigue sorprendentemente produciendo el interés del mercado y en algunos sectores sigue siendo la opción más adecuada.
Vamos a tratar de comprender las razones, con un resumen de los aspectos más destacados que diferencian ambas tecnologías.
Banda estrecha: pros y contras
Una cobertura excelente, un soporte de transmisión perfectamente adecuado a los medios industriales y las aplicaciones logísticas clásicas en áreas muy amplias. Gracias a la frecuencia más baja – que se traduce en una mayor longitud de onda -, la banda estrecha experimenta mayor penetración; además, la mayor potencia de transmisión concedida asegura la cobertura de grandes superficies con un número limitado de estaciones de antena.
Prestaciones limitadas en caso de importantes volúmenes de datos por transferir y, por consiguiente, a utilizarse exclusivamente con aplicaciones de transacciones. La tecnología impone un límite en cuanto a velocidad de transmisión: en general, la velocidad máxima que puede conseguirse en un canal normalizado de 12,5 KHz es de 9.600 bps. Algún fabricante, adoptando técnicas de modulación sofisticadas y sistemas de filtro de la señal especiales, alcanza una comunicación de 19.200 bps; además, al utilizar lógicas de tipo “salvapantallas” (básicamente, transmitiendo tan sólo la información que sufre variaciones) se logra un tiempo de respuesta comparable a los sistemas spread spectrum.
La instalación y utilización de sistemas de banda estrecha dependen de si se consigue o no una licencia, así como del pago de la cuota de concesión correspondiente.
Una operatividad protegida. La concesión de frecuencia garantiza que nadie más pueda utilizar la misma frecuencia en la misma área. Además, gracias a un servicio de vigilancia eficaz, la utilización de la frecuencia concedida resulta protegida de intrusiones y/o interferencias.
Spread spectrum: pros y contras
Una elevada velocidad de transmisión que permite volúmenes de transmisión significativos. Hoy, en la banda de los 2,4 GHz se transmiten hasta 11 Mb/s: se presta a utilizarse en sistemas donde operan simultáneamente muchos usuarios, con un número de transacciones importante.
Una cobertura radioeléctrica inferior, sobre todo en medios industriales. A las microondas, al ser directivas, les cuesta propagarse en medios con muchos obstáculos. Además, el límite de potencia, impuesto por las normas europeas, permite una cobertura decididamente más limitada.
La utilización de la banda es libre. Para los equipos que cumplen con la norma europea ETS 300-328 (spread spectrum) no existe ningún tipo de concesión administrativa (burocracia) ni cuotas.
La operatividad no está protegida. La banda de frecuencia 2.400-2.483,5 MHz se utiliza habitualmente y no tiene ninguna protección. Sin embargo, de utilizarse correctamente, la banda no sufre interferencias, también gracias a la limitada potencia de transmisión permitida.
Los sectores de utilización de la banda estrecha
Son los puertos las áreas donde más se utiliza la banda estrecha y las razones son fáciles de intuir. A lo largo de muelles de bastantes kilómetros de longitud se desplazan equipos de movimiento enormes, que trasladan continuamente contenedores de decenas de metros de longitud: en este área cualquier obstáculo tendría vida breve, razón por la cual es prácticamente impensable diseminar en la misma estructuras adecuadas para alojar los puntos de acceso de un posible sistema spread spectrum. Además, las pilas de contenedores representan una barrera – y por encima variable – para la propagación de las transmisiones de banda ancha. La figura, al comparar dos estudios de cobertura realizados para el mismo puerto, demuestra que la solución de banda estrecha es la única viable. La realidad de la industria siderúrgica, donde naves industriales, departamentos de producción y/o elaboración, así como almacenes de semiacabados o productos acabados – a menudo al aire libre – están repartidos por superficies de kilómetros cuadrados, también son territorio de utilización de la banda estrecha, con las mismas motivaciones: las distancias por cubrir y la hostilidad práctica y económica del área ante la realización de una infraestructura inalámbrica compleja, necesaria para un sistema spread spectrum. Las motivaciones mencionadas a veces también se aplican a otras situaciones, por ejemplo empresas “históricas” que han crecido gradualmente – pero sin orden – en el territorio logrando un tamaño importante. Además de estas situaciones que pueden intuirse con facilidad, hay otras que pueden llevar a optar por la banda estrecha como tecnología para la realización de un sistema inalámbrico. Supongamos, por ejemplo, el caso de una empresa de logística por cuenta de terceros que quiere poderse adaptar con rapidez a las demandas de sus clientes: para garantizar dicha flexibilidad, puede suceder que un sistema inalámbrico tenga que desplazarse de un almacén a otro mayor en poco tiempo, lo cual no se fácil con un sistema de banda ancha. Finalmente, son usuarios potenciales de sistemas de banda estrecha aquellas empresas que trabajan en estructuras muy atomizadas por varias razones (cámaras frigoríficas, etc.) y aquellas en las que la seguridad intrínseca desempeña un papel importante en la selección de la infraestructura (producción y/o movimiento de productos inflamables, etc.).
Escoger la tecnología más adecuada
Por lo que se ha dicho, en la elección de la tecnología a adoptarse para un sistema inalámbrico, la primera consideración ha de ser el medio físico donde se va a instalar el sistema. A continuación, cabe valorar el número de terminales, las transacciones típicas, los picos de carga y las limitaciones de la red cableada. La selección ha de realizarse reconociendo las ventajas de las tecnologías disponibles, optando por la que es más apropiada para el medio y la aplicación. Los sistemas de banda estrecha y spread spectrum pueden coexistir perfectamente en la misma estructura, cada uno para dar soporte a aplicaciones específicas y diferentes.